La globalización neoliberal a examen

Texto: Marcos Sánchez Muriel
Ilustración: Sara Velasco

 

La globalización de las últimas décadas no ha sido tan buena ni tan neoliberal

 

Según la opinión convencional, el sistema económico mundial que impera desde aproximadamente los años 80 se define por la globalización y el neoliberalismo. En este artículo, usaré el término “globalización neoliberal” para referirme a esta concepción tan extendida y examinarla críticamente. No pretendo, por tanto, que sea un término teóricamente riguroso ni que describa fielmente la realidad, sino que me refiero únicamente, como punto de partida, a la percepción pública convencional.

Es frecuente encontrar comentaristas económicos que celebran con entusiasmo los grandes logros de la globalización neoliberal1. En particular, destacan que ha permitido a los países pobres crecer y desarrollarse, lo que ha reducido la pobreza a nivel mundial. Estos autores equiparan globalización, capitalismo, libre comercio y liberalización sin mayor comentario ni justificación. Se trata de una visión simplista y confusa, pero muy extendida.

¿Está justificado el entusiasmo por la globalización neoliberal? Es la cuestión que aborda este artículo, que se divide en dos secciones. En la primera sección examino si realmente han sido tan brillantes las últimas décadas en términos económicos. Si queremos evaluar rigurosamente la globalización neoliberal, hemos de comparar sus resultados con los de otros periodos con otros paradigmas económicos. Si resulta que durante la época de la globalización neoliberal se creció, pero a un ritmo mucho más lento que en el periodo anterior, el entusiasmo de los comentaristas parece poco justificado. Este tipo de comparación histórica es la que lleva a cabo Branko Milanovic2 en su artículo de 2003 “The Two Faces of Globalization”, en el que me basaré para la primera sección. En la segunda sección presento tres casos concretos que muestran que en la práctica la globalización neoliberal ha sido muy poco neoliberal, o cuanto menos solo muy selectiva y sesgadamente neoliberal. No solo eso, sino que otras características que asociamos a la idea de globalización, como el laissezfaire por parte de los estados, que se retiran y pierden poder ante las fuerzas de mercado, tampoco se corresponden con la realidad.

 

 

Comparativa entre la era de la globalización neoliberal y la edad dorada del capitalismo

 

 

La historia económica mundial de posguerra suele dividirse en dos periodos: el primero es la “edad dorada del capitalismo”, entre el final de la guerra en 1945 y la primera crisis del petróleo en 1973. El segundo es el que hemos denominado globalización neoliberal y comprende desde la segunda crisis del petróleo, en 1978, hasta la crisis financiera de 20073. Ambos periodos están separados por un interludio de crisis entre 1973 y 19784.

Muy sumariamente, la edad dorada se caracterizó por:

  • Regulación del sistema financiero en general y por los controles de capitales en particular. La idea con la que debemos quedarnos es que los controles de capitales daban lugar a economías nacionales sustancialmente contenidas, es decir, que constituían verdaderas unidades respecto al resto de la economía mundial.
  • Estados del bienestar, keynesianismo (es decir, intervención con políticas macroeconómicas contracíclicas: de estímulo en las crisis y de contención en los períodos de expansión) y sector público fuerte en los países desarrollados.
  • Industrialización por Sustitución de Importaciones5 (proteccionismo) y restricciones a la inversión extranjera en los países en desarrollo.

Durante la edad dorada del capitalismo, como su nombre sugiere, los resultados económicos fueron extraordinariamente buenos. Europa Occidental creció al 4.1% per cápita (Alemania Occidental al 5%), Estados Unidos al 2.5% y Japón, en pleno milagro económico, al 8.1%. El desempleo prácticamente desapareció. En Europa Occidental y Japón rondaba el 1-2%, y en Estados Unidos el 3-5%. Las crisis financieras fueron mucho menos frecuentes. En estas regiones no se han vuelto a alcanzar resultados similares6. Por supuesto fuera del sistema capitalista teníamos a los países comunistas: la Unión Soviética, los países de Europa del Este, China, Vietnam, Cuba y Corea del Norte.

Branko Milanovic toma para su comparación el intervalo 1960-1978. Si solo nos interesara el mundo occidental podríamos tomar como inicio del periodo el año 1945. Pero si nos interesan los datos mundiales, como es el caso, hay que tener en cuenta el proceso de descolonización en Asia y África, que tuvo lugar principalmente entre 1945 y mediados de los años 60. Además, incluye el período de crisis y estanflación (recesión e inflación de manera simultánea, una combinación inusual) de 1973-1978.

El segundo periodo que considera Milanovic es 1978-1998. Este segundo periodo se caracterizó por la eliminación de los controles de capitales y la desregulación financiera, la profundización de los procesos de globalización, el retroceso del estado del bienestar en los países desarrollados, los paquetes de ajuste estructural en América Latina y África (es decir, reducción del gasto público y del papel del gobierno, privatizaciones, recortes y desregulación de los mercados) y la reforma económica en China con introducción de elementos de mercado. Por supuesto, muchos de estos cambios fueron graduales y se aplicaron a distintos ritmos e intensidad en distintas regiones. En América Latina y África los cambios fueron más drásticos, profundos y tempranos que en las economías de Asia Oriental. En la siguiente sección estudiaremos con más detalle la complejidad y heterogeneidad de este periodo7.

Según los datos de Milanovic, en la edad dorada del capitalismo el mundo creció a una media del 3.4% per cápita anual y en la era de la globalización neoliberal (tomando como periodo 1978-1998), al 1.1%. África a un 2% en el primer periodo frente a un 0.6% en el segundo, América Latina a un 2.4% frente a un 0.9% y Asia a un 6.3% frente a un 0.9%.

 

Fuente: Milanovic (2003). Traducido y adaptado por FUA.

 

Estas medias de crecimiento se han obtenido tomando cada país como una observación, sin ponderar por población. Es decir, si China, con 1000 millones de habitantes creció (pongamos) al 8% y Corea del Sur con 40 millones de habitantes creció al 4%, la media que obtenemos es 6%. Puede parecer que esta forma de calcular el crecimiento medio es inadecuada y, si queremos evaluar la mejora de la situación económica de la población mundial, lo es. Pero tenemos que tener en cuenta que lo que estamos comparando es la eficacia de dos tipos de políticas económicas distintas, y las políticas se implantan a nivel nacional. Con este método se evita que desviaciones en un solo país, pero muy poblado, del patrón general de políticas económicas definidas para la edad dorada del capitalismo y la era de la globalización neoliberal distorsione nuestros resultados8. Este es justamente el caso de China, que era un país comunista en el periodo 1960-1978 en vez de un país capitalista y proteccionista con políticas de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). En consecuencia, China no nos dice nada a propósito de la eficacia de dichas políticas.

En cualquier caso, Milanovic también nos ofrece los datos ponderados por población, y siguen siendo favorables para la edad dorada del capitalismo. En este periodo el mundo creció a un 2.7%; en la era de la globalización neoliberal, al 1.4%. De la misma manera, en África tenemos un crecimiento del 1.5% frente a un 0.1% en el segundo periodo, en América Latina 2.8% frente a 0.8%. y en Asia un crecimiento del 4% frente a un 3.6%. Se mire como se mire, la globalización neoliberal ha obtenido peores resultados.

 

Fuente: Milanovic (2003). Traducido y adaptado por FUA.

 

 

Esta comparación es un buen punto de partida que conviene tener en mente. Sin embargo, no deja de basarse en generalizaciones muy amplias (globales, de hecho), de forma que, inevitablemente, se pierden aspectos significativos de la realidad económica. Es preciso mirar con mayor profundidad, más allá de esta correlación que hemos encontrado (para ser justos con él, hay que señalar que Milanovic es consciente de estas limitaciones y su artículo no se reduce a la comparativa entre períodos. Una revisión exhaustiva ocuparía demasiado espacio, por lo que he seleccionado tres casos que, en mi opinión, nos permiten hacernos una idea de la realidad compleja y ambivalente de la globalización más allá de los mitos de la “globalización neoliberal”).

 

La globalización real: 3 casos

 

Primer caso. El ascenso de China.

Como se puede apreciar, cuando ponderamos por población, el crecimiento de Asia sigue siendo peor en la segunda etapa que en la primera, pero no demasiado. El motivo es fundamentalmente China, que inició su programa de apertura y reforma económica en 1979. De nuevo, China no encaja con las políticas que en principio caracterizan la globalización neoliberal. El estatismo, intervencionismo, proteccionismo, regulaciones y demás políticas en absoluto liberales son especialmente sobresalientes en China. Nos llevaría demasiado tiempo profundizar en este punto, solamente mencionaré algunos aspectos clave de su política económica: el Catálogo de Industrias para Guiar la Inversión Extranjera que prohíbe completamente la inversión extranjera en 36 industrias y la restringe para otras 38 (condicionada, entre otros requisitos, a formar joint-ventures con empresas chinas y transferir tecnología);  una tasa arancelaria media durante los 80 y la mitad de los 90 del 40%; controles de capitales; empresas públicas dominando el panorama económico y empresas privadas con aún más vínculos con el gobierno que las públicas (como Huawei)9.

¿Son estas políticas las que tienen en mente los defensores del libre mercado cuando ensalzan el desarrollo de las últimas décadas? ¿Es esto neoliberalismo? Teniendo en cuenta que China, debido a su enorme población y su espectacular crecimiento, ha sido responsable del grueso del desarrollo global en las últimas décadas, difícilmente se pueden desestimar las políticas citadas como un detalle anecdótico. Más matizado y correcto es atribuir el éxito a un cierto tipo de capitalismo coordinado estatalmente, que combina elementos de mercado con intervención estatal masiva y que, desde luego, ha obtenido mejores resultados económicos que el maoísmo.

Los defensores del libre mercado como Juan Ramón Rallo o Manuel Llamas eluden esta cuestión fundamental cuando exaltan las virtudes de la globalización neoliberal. Los comentaristas que sí prestan atención a las características de la política económica China suelen mostrar una curiosa perplejidad ante una realidad difícilmente reconciliable con su ideología10.

 

 

Segundo caso. El textil en Bangladesh: una historia de éxito de la globalización.

Aunque para el público Bangladesh es conocido principalmente por sus pésimas condiciones laborales y tragedias como el derrumbe del edificio de Rana Plaza en 2013 en el que murieron más de mil trabajadores, lo cierto es que Bangladesh ha obtenido en las últimas décadas unos buenos resultados de desarrollo11. Por supuesto, ello no debería ser excusa para no cumplir con los derechos básicos de los trabajadores.

 

El principal sector económico de Bangladesh es el textil orientado a la exportación, principalmente a Europa y Estados Unidos. La exitosa integración de Bangladesh en los mercados internacionales a través del textil parece la típica historia de éxito de la globalización y, en algunos sentidos, así es, a pesar de los graves problemas aún no resueltos. Resulta un ejemplo muy interesante porque ilustra que la globalización es un fenómeno tremendamente complejo y ambivalente que no se ajusta a la visión tópica que hemos denominado globalización neoliberal. Frente a la idea de la retirada de los estados en favor del laissez-faire, del dejar actuar a las fuerzas de mercado, la historia de éxito del textil de Bangladesh es el resultado de la planificación y regulación internacional a gran escala y de una política industrial proactiva por parte del gobierno.

 

Como se afirma en el informe del Banco Mundial Sewing Success? Employment, Wages, and Poverty following the End of the Multi-fibre Arrangement: “pocas industrias se han visto tan afectadas por regulaciones globales como la industria textil”12. Entre estas regulaciones destaca el Acuerdo Multifibras (AMF; en inglés Multi-Fibre Agreement, MFA), en vigor entre 1974 y 2005, que protegió con cuotas el sector textil de los países ricos (Estados Unidos y Europa Occidental) frente a las importaciones cada vez más competitivas de los nuevos países industrializados del momento (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y más adelante China), mientras que a algunos países especialmente pobres, entre ellos Bangladesh, se les concedió un acceso preferente a los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea. Es decir, al menos los países ricos son capaces de defenderse de las fuerzas de mercado cuando se van a ver perjudicados.

En conjunto, estas regulaciones favorecieron una dispersión de la industria textil hacia países más pobres. A finales de los años 70 y principios de los 80 productores coreanos, taiwaneses y de otros países orientales comenzaron a invertir y establecerse en Bangladesh para esquivar las cuotas. Esto propició una transferencia tecnológica y de saber hacer fabril inicial básica que permitió el desarrollo del sector. Sin embargo, actualmente está dominado por firmas nacionales, un factor clave en su éxito y estabilidad. Por tanto, frente a la alabanza acrítica de la inversión extranjera, de nuevo debemos adoptar una actitud mucho más matizada: la inversión extranjera tuvo un papel importante para lanzar el sector textil, pero a largo plazo la posición dominante de las empresas nacionales ha sido una ventaja. Además, la inversión extranjera estuvo sujeta en todo momento a regulaciones y restricciones. Por último, el informe del Banco Mundial detalla la “proactiva” política industrial del gobierno de Bangladesh en apoyo de la industria textil13.

 

Tercer caso. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la agricultura mexicana.

La Unión Europea y Estados Unidos han subvencionado fuertemente durante décadas su agricultura doméstica: cualquiera que conozca a un agricultor sabe que su vida gira en torno a la PAC, Política Agraria Comunitaria. Estos subsidios permiten reducir los precios, lo que promueve la exportación agrícola a expensas de los campesinos pobres del mundo que no son capaces de competir contra esta agricultura subvencionada, no ya en los mercados internacionales, sino en muchas ocasiones ni siquiera en sus propios países.  El caso paradigmático es México tras la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “Libre comercio” significó que los productos agrícolas estadounidenses fuertemente subvencionados podían competir libremente con los campesinos mexicanos sin apenas apoyo gubernamental. La consecuencia fue un empobrecimiento y un éxodo rural masivo del campo mexicano.  Una parte de estos campesinos expulsados de su tierra emigró a Estados Unidos, donde muchos trabajan en la agricultura, lo que permite reducir sustancialmente los costes laborales de la agricultura estadounidense. Con toda probabilidad, esta consecuencia era conocida por el gobierno estadounidense, ya que la orden de militarizar la frontera coincidió con la firma del tratado. Otra parte de los campesinos emigraron a las ciudades mexicanas y proporcionaron la mano de obra barata para las fábricas de empresas estadounidenses deslocalizadas en México.14

 

Conclusión

 

El sistema económico mundial que ha imperado desde los 80 ha obtenido peores resultados que la edad dorada del capitalismo no solo en los países ricos, sino globalmente. El optimismo de algunos comentaristas económicos parece, en consecuencia, injustificado cuando se pone en perspectiva. Por otro lado, la creencia generalizada de que hemos vivido un periodo neoliberal desde los 80 resulta incorrecta. En el mejor de los casos lo que se puede decir es que la aplicación de políticas neoliberales ha sido altamente selectiva y sesgada. La globalización económica aparece entonces como un proceso mucho más complejo y ambivalente que la imagen tópica de las fuerzas de mercado desatadas y de los estados volviéndose cada vez más irrelevantes e impotentes.

El espectacular desarrollo de China no se ha producido gracias a la liberalización y el libre mercado, sino a través de un capitalismo coordinado por un estado desarrollista. China no es un caso aislado, aunque es probablemente el más exagerado e importante por su tamaño, pues, como hemos visto, el mercado global del textil o el de los productos agrícolas también está fuertemente intervenido, especialmente a favor de los países ricos y poderosos. En el caso del textil, estas intervenciones tuvieron costes para los nuevos países industrializados de Asia en los 70 y los 80, pero permitieron el desarrollo de este sector en Bangladesh al abrigo de la política industrial de su gobierno.

Quedan muchos temas importantes sin tratar en este artículo, que se podría criticar por tener una visión estrechamente económica. Es cierto que el desarrollo es algo mucho más amplio que la renta per cápita y el crecimiento, intervienen, además de otros aspectos económicos, multitud de factores políticos, sociales, culturales y ambientales. Este último punto es especialmente importante en la actualidad, puesto que si el desarrollo no es sostenible se está llevando a cabo a costa de las generaciones futuras y, por tanto, solo se puede considerar desarrollo en un sentido muy limitado. Sin embargo, al menos para los países pobres, el crecimiento de la renta per cápita es una condición sine qua non para el desarrollo. En este sentido, he pretendido aportar solo una pieza más, pero una pieza imprescindible, dentro del complejo puzzle del desarrollo.

Por último, me gustaría aclarar que este artículo no es ni puede ser una refutación del neoliberalismo, pues sus defensores siempre podrán aducir el argumento contrafáctico de que, en caso de haberse aplicado de verdad políticas neoliberales, la economía mundial habría marchado mucho mejor. Esta discusión en términos teóricos y un tanto especulativa, aunque muy interesante, se alejaría inevitablemente de la realidad económica actual, que es el tema que quería tratar en esta ocasión.

 

 

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Notas

1 Véanse, en España, estos dos artículos de Juan Ramón Rallo y Manuel Llamas, dos conocidos economistas liberales: https://blogs.elconfidencial.com/economia/laissez-faire/2017-10-18/para-erradicar-pobreza-mas-capitalismo_1462518/ y   https://www.libremercado.com/2016-11-11/manuel-llamas-los-cuatro-frutos-de-la-globalizacion-80576/ ; o en Estados Unidos, en el New York Times: https://www.nytimes.com/2004/11/27/opinion/good-news-about-poverty.html y  https://www.nytimes.com/2000/06/30/opinion/globalization-holds-the-key-to-ending-world-poverty.html
2 Branko Milanovic es uno de los economistas más influyentes en la actualidad, especializado en el estudio de la desigualdad. Su último libro es Global Inequality (Desigualdad Global). Ha sido economista jefe del departamento de investigación del Banco Mundial.
3 La referencia al neoliberalismo y la globalización para describir esta etapa es frecuente, Véase Ha-Joon CHANG, 2015, pp. 91-101.
4 Si se quiere ampliar sobre este punto recomiendo la lectura de Economía para el 99%, de Ha-Joon Chang, pp. 82-101, donde se explican de forma muy sencilla y accesible las principales características de estos dos periodos, y El Minotauro Global, de Yanis Varoufakis, capítulos 3-5. Aquí solo apuntaré las principales características de forma muy general y resumida.
5 La Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) fue el paradigma dominante de desarrollo durante esos años. Consiste en desarrollar la industria sustituyendo las importaciones por producción nacional protegida y promovida. De este modo el gobierno se asegura de elegir los sectores adecuados, pues el hecho de que unos determinados productos se importen masivamente indica que hay una fuerte demanda por ellos. Por ejemplo, si en los 60 los consumidores compraban frigoríficos y televisiones estadounidenses, estaba claro que esos sectores tenían demanda. Las importaciones guían así la política industrial evitando la compleja tarea del estudio de mercado que determine qué productos tendrán futuro en el mercado. En contra de lo que se suele pensar, no es un enfoque opuesto a la apertura y globalización, sino que la ISI con frecuencia fue el primer paso para el desarrollo de una industria que después se lanzó a la exportación y en ocasiones al liderazgo global, como ocurrió en Corea del Sur (otros casos, por supuesto, fueron menos exitosos). Ver Amsden, 2007.
6 Ha-Joon CHANG, 2015, pp. 82 y 333.
7 Para la caracterización de estos dos períodos, Ha-Joon CHANG, 2015, pp. 82-101; Branko MILANOVIC, 2003; Sean STARRS, 2013; Yanis VAROUFAKIS, 2011, cáp. 3-5.
8 Otra variable aparte del crecimiento del PIB per cápita que sería relevante es el nivel de desempleo. Por desgracia, en los países en desarrollo es poco menos que imposible disponer de datos de desempleo significativos por todo tipo de motivos. En estos países, como señaló Arthur Lewis (1954), coexisten núcleos capitalistas industriales con un amplio sector de subsistencia, en general rural y agrario, pero también de trabajo doméstico, pequeño comercio de subsistencia y otras actividades informales. En una economía así no tienen sentido los parámetros y conceptos de la economía convencional. El producto marginal por unidad de trabajo es frecuentemente despreciable, 0 o incluso negativo. Por ejemplo, cuando en una familia rural numerosa que trabaja el terreno familiar uno de sus miembros emigra a la ciudad, típicamente la producción no desciende, pues los que quedan son suficientes para desempeñar el trabajo agrícola. Este tipo de fenómeno es extrapolable a otros sectores de las economías de subsistencia. A esto se añade la deficiencia de las estadísticas, los sectores informales, subempleo…
9 Ver Seans STARRS, 2015; Branko MILANOVIC, 2003; Stephen PUNWASI, 2017; Michael SCHUMAN, 2018 y Nathaniel AHRENS, 2013.
10 Como Michel Schuman e Ian Bremmer. Ver SCHUMAN, 2018 y BREMMER, 2014.
11 Simon TISDALL & Ana RIDOUT, 2015.
12 Gladys LÓPEZ ACEVEDO, Raymond ROBERTSON, 2012, p. 10.
14 Ver, de nuevo, Gladys LÓPEZ ACEVEDO, Raymond ROBERTSON, 2012, pp. 214-215, 221-222, 215-216 y 238-252. Como ejemplo de “alabanza acrítica de la inversión extranjera” ver  Ha-Joon CHANG, 2007, pp. 73-74.
15 Sobre la política agrícola de Estados Unidos y el efecto del TLCAN (NAFTA en inglés) en el campo mexicano: Ignacio FARIZA, 2017; Noam CHOMSKY, 1997, pp. 308-309; Philip MCMICHAEL, 2005; Gonzalo FANJUL, Arabella FRASER, 2003.