Selfiestatuas: Arte institucional en la era del rotondismo

De todas las ramas de la escultura oficial española, una que parece extenderse y popularizarse rápidamente son las estatuas de personajes históricos que permiten tomarse una foto junto a ellos como si fueran colegas de toda la vida. Desde luego, estos monumentos interactivos parecen tener más éxito que los celebérrimos truños rotondiles, que suelen ser objeto de mofa para los locales, insensibles ante el elevado arte conceptual que sus ayuntamientos tratan de acercarles.

Buscad en un buscador de imágenes el término “plaza del coño”. La variedad de resultados, repartidos por toda la geografía española, solo tienen un elemento en común: esculturas abstractas y (por lo general) bastante horrendas. En ese sentido, la plaza del coño se ha convertido en un elemento tan habitual en el paisaje urbano español como el parque de los patos.

“Plaza del Coño” en Arganda del Rey, Madrid. El nombre oficial de la rotonda es “Plaza del Progreso”, y la escultura se llama “La evolución de la vida”. Oscar Abarca, Panoramio

Las estatuas que representan humanos, por el contrario, ponen al público en contacto con el arte de forma directa y hacen que el despilfarro en esculturas pase más desapercibido. Desde el Einstein de Granada al Woody Allen de Oviedo, pasando por ilustres anónimos como el barrendero de la plaza Jacinto Benavente en Madrid, las estatuas erigidas por las instituciones han perdido solemnidad y se han bajado (literalmente) de su pedestal. Ahora aparecen a la altura del espectador, que pasa de estar situado por debajo del personaje ilustre a poder mirarle directamente a los ojos.

Woody Allen consigo mismo en Oviedo. Traveler.es

El subgénero más popular es de las estatuas integradas con bancos, que permite al público comerse una bolsa de pipas junto ilustres de la talla de Rosa Chacel (Valladolid) o Sancho y Quijote (Alcalá), o hacer botellón mientras John Lennon te toca la guitarra (Almería). Granada tiene una fijación especial con las estatuas de bancos, y en la Avenida de la Constitución encontramos numerosos ejemplos, desde el horrendo y desproporcionado Lorca hasta el más pasable Pedro Antonio.

Fuera de España, el género “estatuas en bancos” también es común, y lo más probable es que nuestros poco imaginativos gobernantes importasen la idea de los Estados Unidos. Allí podemos ver a un comprensivo Abraham Lincoln y a un campechano Benjamin Franklin.

El Lorca de la Avenida de la Constitución en Granada incomoda a cualquiera. Flickr

El arte institucional, como podemos ver, está evolucionando. La intención ya no es impresionar al espectador con una muestra de técnica, ingenieria y materiales caros, sino ser cercano a él. Las estatuas ahora son menos serias y sonríen. Las poses no son heroicas sino humildes. No transmiten autoridad, sino campechanidad.

Desde luego, esta aproximación es mucho más efectiva en la actualidad. Es mucho más facil difundir y legitimar la propaganda oficial si esta tiene gesto amable y permite tomarse selfies con ella. De momento los artistas son moderados y no presentan a los “ilustres” en actitudes completamente desenfadadas.

Pero todo llegará. Espero que algún día podamos ver estatuas de De Gaulle echándose un piti o Felipe González podando bonsáis. O incluso situaciones ahistóricas, como Da Vinci jugando a la Game Boy o el Rey Juan Carlos cabalgando con armadura y rodela. ¿Por qué no?

Lincoln en Bloomington, Illinois, dispuesto a susurrarte al oído palabras solemnes y románticas. Flickr

En ese sentido, la ciudad de Amasya, en Turquía ha sido pionera. De todas las esculturas peatonales que conozco, este es mi ejemplo favorito, por el divertido y extravagante anacronismo en que consiste. Se trata de un príncipe otomano anónimo sacándose una foto con el móvil.

Desgraciadamente, no a todo el mundo le hizo gracia la idea, y poco después de su inauguración la estatua fue vandalizada por algunos intolerantes que se toman la historia demasiado en serio, aunque ellos dicen que fue sin querer. O eso o le intentaron robar el móvil, quién sabe.

Selfie otomana. Noticia e imagen en Hurriyet.

Desde hace tiempo, en Turquía hay un conflicto latente ente el otomanismo de Erdogan y el AKP y el nacionalismo laico panturanista de los seguidores de Atatürk. Atatürk es sin duda el personaje más variadamente representado en Turquía. A menudo aparece sobre enormes pedestales en actitud triunfal y mayestática, y siempre es enorme, incluso cuando te puedes tomar fotos con él.

Atatürk, siempre irresistible. Lonna Lisa Williams, Digital Journal.

Sin embargo, la ciudad que más atrevidamente ha decidido apostar por la nueva escultura campechana ha sido Skopje, la capital de Macedonia. Sin entrar a cuestionar la cantidad de dinero público despilfarrado en alimentar a artistas mediocres amigos del gobierno de turno (nos suena, ¿no?), desde luego han conseguido poner la ciudad en el mapa gracias al poder de la viralidad y redes sociales como Instagram.

Dos estatuas se saludan en Skopje al volver de comprar. Es tan cutre que resulta hasta tierno. Thebesttravelled.com

La horterización de las ciudades avanza imparable. No podemos sino maravillarnos ante el espectáculo y sumergirnos de lleno en él, tomándonos tantas selfis como sea posible.

Nota: Este artículo no ha sido más que una primera aproximación humorística al fascinante y complejo tema del arte municipal. Ojalá otros más cultos y preparados que yo dediquen sesudos análisis artísticos y simbólicos sobre el tema.